Tener un hijo es hermoso. Tener un hijo es una poronga. Las dos oraciones son, aunque contradictorias, verdaderas. Es mucho más hermoso que una poronga, es cierto, pero a lo largo de los años sólo se ha dicho la parte buena y poco se ha hablado de lo malo, quizás por vergüenza, por temor o vaya quien a saber por qué. Uno de los textos con más visitas del blog, justamente habla de el tema del cuidado de los hijos.
Por eso quiese hoy dejar una lista con mensajes para padres de bebés con consejos que me hubiera gustado recibir (aunque no hubiese escuchado porque habría pensado que a mí eso no me iba a pasar). Sin lugar a dudas es uno de los tantos temas también que tocamos el nuestro podcast Tan Paki que te recomiendo que visites y escuches.
Primer mes: no vas a dormir. Es peor de lo que imaginas no dormir. No se trata de uno o dos días. No dormís en un mes. La buena, después del mes se duerme de a poco más.
De 1 mes a 4 meses: es hermoso pero estas muerto de miedo. Quizás no sepas que estás muerto de miedo hasta los 11 meses.
4 meses: el mejor momento del bebé. Es todo perfecto, tan perfecto que no entendes a los padres que protestan por sus hijos. Te sentis especial y único. “A mi no me va a pasar eso” es tu pensamiento de cabecera. En un año vas a recordar este mensaje.
5 a 9 meses: no mejora ni empeora. Crees que va a ser así para siempre y encima estás durmiendo más.
9 a 12 meses: empieza a caminar. Crees que son buenas noticias. ES UNA TRAMPA.
12 meses a año y medio: el universo es para tu hije un parque de diversiones y para vos un campo minado. En lo único que piensas todo el día es “por favor que no se caiga de ahí”. No podes frenarlo. Se cayó y lastimó en 6 meses más de lo que se va a caer en su vida.
Año y medio: te acordas que a los 4 meses decías “a mi no me va a pasar”. Bueno, no entendes como es que amas y odias a tu hije. No para, no para, no para, no para, no para, no para, no para, no para. Se duerme. Se despierta, no para, no para… hasta quedarme sin más caracteres.
Año y medio y un poco más: nada de lo que tenías como salvación funciona. No se queda en el cochecito, no se queda en el canguro, no podes hacer más de dos cuadras en transporte, salís y te volves antes que nadie de las fiestas porque no das más.
Antes de los dos años: No para, no para, no para. No se queda en el cochecito, incorporó ritmo de sueño propio que no importa la hora que le acuestes se despierta a las 8. Hace berrinches. Lo peor de los berrinches es que dejas de salir al mundo porque queda en evidencia que sos mal padre/madre.
Dos años: tanto te dijeron que a los dos años cambiaban que no notas que es cierto que están cambiando porque en tu ansiedad el cambio es poco.
Dos años y un poquito más: arranco el jardín. Arranco la planificación alternativa. No es cierto que arrancan el jardín, arrancan la enfermería. Se enferman cada 2/3 semanas. Ya no sabes cómo hacer con planes alternativos, todo tiene 10 posibles ramificaciones como plan.
Dos años y tres meses: algo cambio posta. Tu hije empieza a comunicarse seriamente. Empiezas a charlar con el/ella. No lo podes creer. Empiezas a morir de ternura absoluta.
Dos años y medio: ya no es un bebé, Tenes un niñe. Te llama por tu nombre, te dice te amo, te cuenta lo que hizo en el día. Sabe decir lo que le duele, lo que le gusta, lo que no. Se te cae la baba .
Dos años y medio y un día más: Empezás a pensar que valió la pena. Es tan hermoso todo que te chupa un huevo todo y empezás a pensar en tener otro.
Jejeje, muy bueno. Decirte que hay padres que lo de no dormir se alarga a tres años. Si a eso sumamos que viene otro hijo, coges el testigo y sigues sin dormir otros…. ni se sabe. Ahora desde la distancia de los hijos criados, independizados, te diré….que ha merecido la pena. Suerte y al toro 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
Ya lo creo que vale la pena!!! Hay un párrafo que no se escribió pero que podría decir así “dos años y medio: viene la idea de tener otro”
Me gustaLe gusta a 1 persona