Hay dos maneras de conseguir tickets para la grabación de Jimmy Fallon. La primera es meterse un mes antes de la grabación a una página y asegurar tu ticket. La segunda, consta de estar paseando en el primer día de tu luna de miel por el Rockefeller Center y de pronto ver una fila, preguntar para qué es y anotarse en un papel -del que no tenés puta idea- para tener una anécdota impresionante del primer día de viaje. Con mi mujer usamos la segunda opción. (Aquí el momento final donde la cámara nos toma y salimos para la televisión mundial con mi mujer)
A decir verdad, se llaman “Stand-by tickets”, y son una forma de entrada librada a los espacios que queden en el momento de la grabación. Para eso tenés que anotarte en una lista que arma una mujer que tiene el peor trabajo del mundo: tener el peor trabajo del mundo y simular que la estas pasando bárbaro porque es el programa de Jimmy Fallon. La señora, a la que llamaré “señora de los Stand-by tickets”, nos anotó en la “Stand-by Tickets list” y nos dió un café para amenizar la espera. Todo con una sonrisa fingida y una excitación sobreactuada.
Después de un tiempo esperando, te llaman de un local tipo shopping para hacer una fila por orden de llegada de la lista de Stand-by tickets. Un paso bastante inútil de no ser porque en esa fila todos nos tentamos con comprar pines de friends, o tazas del show de Jimmy Fallon.
Además hay en esa fila otro atractivo, una piba que pasa regalando cigarrillos. Llamémosla “animadora de fila de stand-by tickets” y cada vez que alguno protestaba porque había demoras ella respondía “Y eso que usted no lleva ya diez años trabajando en este lugar soñando con que lo cambien de puesto”. Siempre el mismo remate, y las mismas risas. Con Belén aprovechamos para salir a fumar el cigarro gratis.
Tuvimos la suerte de quedar seleccionados para ingresar al programa. Éramos noventa personas en la fila. Nosotros teníamos el número 86 (me acuerdo porque es el año en que nací). Tuvimos la suerte de poder entrar ya que sólo había “todos los lugares disponibles”.
Enseguida te hacen pasar, después de mil cacheos y scaners, a un salón con música bien arriba en el que unos animadores con micrófonos no paran de gritar. A estos animadores los que llamaré “animadores del post stand-by tickets previos al ingreso al show de Jimmy Fallon”. Nos hicieron más amena la espera regalándonos unas cervezas. Para ir pasando al camino que te llevaba al estudio, estos muchachos te dan papelitos de colores con números.
“Ahora pasen al camino que los lleva al estudio los que tengan un papel rojo hasta el 50”, “Ahora los que tengan papel amarillo del 101 al 150”, “Y ahora los que tengan papel esmeralda platinada al agua con números primos”. A nosotros nos tocó pasar cuando llamaron a los del grupo papel blanco y múltiplos de 38,2.
Cuando toca tu papelito unas promotoras, que llamaré “las promotoras que te atendían una vez que pasaras por el salón de los papelitos y después de los stand-by tickets previos al ingreso al show de Jimmy Fallon” te regalan unas medidas de whisky si gritas “¡Viva Jimmy Fallon!”.
Una vez que pasas con el papelito te hacen subir una pequeña escalera, caminar hasta un señor de seguridad que te vuelve a cachear y que te manda por un pasillo. Al final del pasillo hay otra vez un señor de seguridad que te pasa un scanner y te dice que vuelvas al punto uno. Ahí otro señor te acompaña personalmente hasta un ascensor. Mientras esperas el ascensor, un grupo de humoristas hacen chistes muy breves y se ríen a carcajadas de sus propias humoradas. A estos humoristas los llamaré “Humoristas que tiraban chistes cortos, después de que las promotoras te recibían en el salón tras pasar por la sala de los papelitos después de los stand-by tickets previos al ingreso del show de Jimmy Fallon”. Cuando llegas el ascensor te hacen entrar de a diez personas. En el ascensor terminas mezclado con papelitos de todos los números y colores.
Al llegar al piso del estudio el ascensorista te pasa por lo bajo un faso. Al bajar del ascensor un muchacho te divide en grupos de hombres y mujeres y te lleva al baño para que fumes el porro. De ahí te vuelven a juntar con las chicas. A estos muchachos los llamaré “regaladores de porro que te atienden en la puerta del ascensor después de los humoristas que tiraban chistes cortos, luego de las promotoras que te recibían en el salón tras pasar por la sala de los papelitos después de los stand-by tickets previos al ingreso del show de Jimmy Fallon”.
Hay que reconocer que en este punto, después del café invitación de la casa, el cigarrillo de regalo, el detalle de la cerveza de litro, el lujo del whisky y la fumeteada express a cuenta de la producción, con Belén la estábamos pasando bárbaro.
Además hay que tener en cuenta que tanto “la señora de los stand-by tickets”, como la “animadora de fila de stand-by tickets”, como los “animadores del post stand-by tickets previos al ingreso al show de Jimmy Fallon”, como las “promotoras que te atendían una vez que pasaras por el salón de los papelitos y después de los stand-by tickets previos al ingreso al show de Jimmy Fallon”, como los “Humoristas que tiraban chistes cortos, después de que las promotoras te recibían en el salón tras pasar por la sala de los papelitos después de los stand-by tickets previos al ingreso del show de Jimmy Fallon” y los “regaladores de porro que te atienden en la puerta del ascensor después de los humoristas que tiraban chistes cortos, luego de las promotoras que te recibían en el salón tras pasar por la sala de los papelitos después de los stand-by tickets previos al ingreso del show de Jimmy Falloon” todos son muy amables.
Entonces si, después de tanta emoción acumulada, se llega al momento especial. Llenos de euforia Belén, yo, y otros cientos de personas, entramos a los gritos al estudio. La banda del show nos recibió con música en vivo y, como nos dejaban, bailamos arriba de las butacas. Recién ahí se presentó un fulano con título oficial.
– ¡Hola a todos! ¡Soy el animador de público! – Lo dijo con tanta entonación que todos lo ovacionamos. Inmediatamente la banda irrumpió con una música al palo. – ¡Vamos a pasar un gran momento todos juntos esta noche única!
Hubo un juego de luces, humo que salió de todos lados y unas máquinas que tiraban papelitos. Se encendieron en el techo unos carteles que decían aplausos y unas chicas salieron desde los costados. Las muchachas pasaban uno por uno con unos platitos con dos líneas de merca que uno a uno fuimos esnifando mientras productores corrían con auriculares por el estudio ultimando detalles.
– Air in five, four, three, two, one… ¡GO! – dijo una productora y explotó todo mientras salía Jimmy y nosotros festejamos excítadísimos, como si hubiera sido el sueño de nuestra vida participar como público en vivo de ese programa de televisión. Pero también indignados porque estos programas después le lavan la cabeza a la gente. Por suerte, a nosotros nunca nos pasó.
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